
La aceleración de los conflictos internacionales y la transformación geopolítica global están obligando a sectores clave de la economía española a una reestructuración urgente. Dos de los más afectados, la logística y la automoción, deberán acometer significativamente su capacidad de atracción de talento para mantener la competitividad y responder a los retos de sostenibilidad, autonomía tecnológica y resiliencia industrial.
Estas son algunas de las principales conclusiones del informe ‘Previsiones ante un escenario de conflicto’, elaborado por el Instituto de Ciencias del Empleo y las Relaciones Laborales (ICER), que analiza el impacto de los nuevos riesgos geoestratégicos sobre el mercado laboral español y anticipa una transformación profunda del capital humano en los sectores industriales más sensibles a la disrupción global.
El sector logístico, duramente golpeado por la disrupción en las cadenas globales de suministro, deberá incorporar entre 11.500 y 17.500 nuevos profesionales en los próximos cinco años, según indica el documento, que identifica la logística como uno de los pilares fundamentales para garantizar la resiliencia económica de España frente a un entorno global crecientemente volátil.
De ese total, entre 8.500 y 12.500 profesionales se necesitarán específicamente en el ámbito del transporte terrestre y marítimo, mientras que entre 3.000 y 5.000 deberán especializarse en áreas críticas como la digitalización de procesos logísticos y la sostenibilidad ambiental.
La necesidad de reforzar la autonomía estratégica europea frente a terceros países ha puesto el foco en la modernización del sistema logístico. Este proceso implica rediseñar rutas de transporte, invertir en infraestructuras multimodales, digitalizar operaciones y mejorar la trazabilidad de mercancías en toda la cadena de valor. Para ello, se requerirá incorporar perfiles formados en gestión de crisis, optimización de rutas, planificación de la demanda, comercio internacional, tecnologías de seguimiento en tiempo real y cumplimiento normativo transfronterizo.
En un momento de fuerte presión sobre los suministros energéticos, alteraciones en el tráfico marítimo y tensiones en corredores estratégicos como el Mar Rojo o el Estrecho de Gibraltar, España tiene una oportunidad de consolidarse como el hub logístico entre Europa, África y América Latina. No obstante, como advierte el ICER, esta posibilidad solo podrá materializarse si se resuelve el déficit actual de capital humano y se avanza en la profesionalización del sector.
Uno de los principales obstáculos señalados por el informe es el relevo generacional desigual y la disparidad entre los niveles de digitalización en las distintas ramas del sector. Mientras algunas empresas logísticas avanzan hacia modelos completamente automatizados y centrados en datos, otras aún operan con infraestructuras y procesos obsoletos. Esta dualidad supone un reto para la cohesión sectorial y dificulta la implementación de estándares comunes de sostenibilidad, seguridad y eficiencia.
El informe alerta, además, sobre el riesgo de cuellos de botella estructurales en el sistema logístico si no se logra incorporar con rapidez talento especializado. Una parte significativa de esta necesidad se concentra en la planificación de redes de transporte, análisis predictivo de riesgos, ciberseguridad logística y diseño de rutas resilientes ante eventos disruptivos como conflictos armados, catástrofes naturales o crisis sanitarias.
La transformación logística también se verá condicionada por el cumplimiento de los objetivos climáticos. El impulso de modelos de transporte bajo en emisiones, la electrificación de flotas, la eficiencia energética en almacenes y la gestión de residuos se incorporan ya como criterios esenciales en contratos internacionales, tanto públicos como privados.
De acuerdo con el ICER, será necesario reforzar la formación profesional en logística avanzada y establecer sinergias entre empresas, centros tecnológicos y administraciones públicas para alinear la oferta formativa con la evolución real del mercado. Asimismo, recomienda impulsar políticas activas de empleo que permitan la recualificación de profesionales procedentes de sectores en declive, como la manufactura tradicional o la distribución física minorista.
SECTOR DEL AUTOMÓVIL
Según el informe, el sector automovilístico español deberá incorporar entre 5.000 y 6.000 nuevos profesionales durante los próximos cinco años. Esta necesidad está directamente relacionada con la transformación estructural que atraviesa la industria, impulsada por factores como la electrificación, la digitalización, la relocalización de componentes críticos y el endurecimiento de los requisitos regulatorios.
Uno de los focos principales de esta transformación será la fabricación de baterías para vehículos eléctricos, actividad que España está llamada a liderar en el ámbito europeo. A diferencia de la producción tradicional de vehículos, esta nueva industria exige perfiles con un alto grado de cualificación técnica. De hecho, el documento estima que se necesitarán entre 1.200 y 1.700 ingenieros especializados en tecnologías de almacenamiento energético e hidrógeno verde, a lo que se sumarán 800 a 1.200 profesionales expertos en fábricas inteligentes, con competencias en Internet de las Cosas (IoT), big data y robótica industrial.
El informe también identifica como críticos los perfiles vinculados al diseño de vehículos eléctricos, eficiencia energética y sostenibilidad, con una previsión de entre 500 y 700 nuevos profesionales en este campo. Asimismo, se espera una alta demanda de especialistas en semiconductores, analistas de cadena de suministro, gestores de plataformas digitales, profesionales en economía circular y responsables de marketing sostenible.
A esta necesidad cuantitativa se suma un problema cualitativo, principalmente el de la escasez de talento disponible en los territorios donde se prevé instalar nuevas factorías. Según “Previsiones ante un escenario de conflicto”, esta brecha obligará a las empresas a desarrollar estrategias proactivas de formación, atracción de talento internacional y movilidad geográfica, especialmente si se quiere garantizar la sostenibilidad de los nuevos polos industriales que se están configurando.
El contexto no es sencillo. La ralentización de la Agenda Verde europea, provocada por las tensiones entre sostenibilidad y competitividad, podría retrasar inversiones clave en tecnologías limpias. A ello se suman los efectos de las políticas arancelarias tanto en Europa (con el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono) como en Estados Unidos (a través de subsidios a la industria nacional), que están alterando el equilibrio comercial global y generando una presión añadida sobre la industria automovilística española.
Tal como detalla el informe del ICER, estos cambios están obligando a las empresas del sector a reconfigurar sus cadenas de suministro, reducir la dependencia de componentes procedentes de Asia y avanzar hacia modelos de distribución más digitales y personalizados. La descarbonización, la innovación en baterías, la producción local de semiconductores y la creación de infraestructuras de carga adecuadas serán determinantes en el éxito de este proceso.
En palabras del ICER, “la adaptabilidad, la formación técnica avanzada y una visión industrial integrada serán condiciones indispensables para que España conserve una posición competitiva en el nuevo mapa europeo de la automoción”.
Tanto la automoción como la logística ejemplifican la profundidad del cambio que atraviesa la economía española. Desde el ICER insisten en que no se trata únicamente de una transformación tecnológica o regulatoria, ya que se está produciendo una reconfiguración estructural de las competencias profesionales, de los flujos laborales y de los modelos productivos.
Como subraya el informe, el éxito de esta transición dependerá de la capacidad para anticipar las nuevas demandas del mercado, adaptar los sistemas de formación y generar entornos atractivos para el talento altamente cualificado.
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