Inicio Selección Económica Enel, BMW, Telefónica, Microsoft o Caixabank destacan en criterios ASG en 2025

Enel, BMW, Telefónica, Microsoft o Caixabank destacan en criterios ASG en 2025

Criterios ASG (ESG, por sus siglas en inglés) | Foto de 123RF/moostu

CaixaBank, Enel, BMW, Telefónica o Microsoft, entre las compañías mejor valoradas en criterios ASG en 2025

La ponderación de los criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) está experimentando un cambio con una influencia creciente entre los inversores de compañías sostenibles. La lucha contra el cambio climático y la exclusión de sectores como el armamentístico han cedido protagonismo frente a métricas más centradas en el impacto social y la transparencia.

Desde que se empezaron a aplicar criterios ASG ha existido la percepción de que el sector energético y el de las renovables marcaban la pauta, pero la realidad demuestra que el sector financiero también lidera. En este contexto, CaixaBank es la entidad de referencia en sostenibilidad. La firma bancaria ha sido reconocida por su papel destacado en este ámbito siendo incluida por decimotercer año consecutivo por S&P Global en el Dow Jones “Best in Class” (antes, Dow Jones Sustainability Index), con una calificación de 86 sobre 100 que la sitúa como la novena entidad financiera más sostenible del mundo y la segunda de Europa.

La mejora en cuatro puntos respecto al ejercicio anterior llega por ámbitos clave como la transparencia, el reporting, la influencia en políticas públicas, el tratamiento de la información, la ciberseguridad y la experiencia de cliente. De esta manera, CaixaBank ha mejorado significativamente en los tres pilares evaluados: ambiental, social y de gobernanza. Bloomberg, referencia para la comunidad inversora, le otorga una nota conjunta en sostenibilidad de 6,94, por encima de Santander (6,92), con peor valoración en Composición de la Junta y Prácticas laborales y de empleo. CaixaBank también supera a BBVA (5,96), Telefónica o Iberdrola (6,51), Endesa (5,78) o Naturgy (5,70). Además, ha recibido la máxima nota “A” de CDP en gestión climática, ha ascendido a la categoría AA en los MSCI ESG Ratings y ha sido destacada en ISS ESG, Sustainalytics, Sustainable Fitch o FTSE Russell por su desempeño en transparencia, gobernanza e impacto social.

El contexto geopolítico ha causado esta basculación desde indicadores verdes a sociales y de gobernanza. Sin olvidarlos, por supuesto, ya que los factores ambientales siguen como referencia. Los gestores de fondos y pensiones, sin embargo, están valorando más factores como las finanzas sostenibles, la ética y cumplimiento, la seguridad de datos y privacidad, la inclusión financiera o las prácticas laborales y de empleo. Es decir, la S y la G de ASG.

Estos ámbitos citados son, por ejemplo, los que recoge Bloomberg al presentar su panel ASG de una empresa, y otorgarle una nota global. De la misma manera, las principales firmas de rating e índices internacionales, como S&P Global, MSCI, ISS ESG, Sustainalytics, FTSE Russell o CDP han endurecido sus evaluaciones en 2025, situando en posiciones de liderazgo a compañías que combinan de manera global toda su estrategia de sostenibilidad.

En EEUU, Microsoft sigue entre las tecnológicas mejor valoradas no solo por reducir huella de carbono, sino por gobernanza sólida, ética tecnológica y programas sociales a gran escala, con puntuaciones destacadas en MSCI y Sustainalytics. Apple, pese a críticas sobre su cadena de suministro, figura en índices de referencia como FTSE4Good por su apuesta en circularidad y reducción de huella de carbono. Tesla, tras años de volatilidad, se mantiene en el radar de los analistas como referente en electrificación, aunque con dudas en gobernanza. Estas dos últimas brillan en A, pero no son tan buenas en S o G.

En el ámbito energético europeo, Enel e Iberdrola han sido reconocidas por S&P Global y CDP por sus planes de transición hacia renovables y la reducción de emisiones. En automoción, BMW y Volvo han escalado posiciones en rankings internacionales gracias a su apuesta por la electrificación y la circularidad en la cadena de valor. En telecomunicaciones, Telefónica se mantiene en índices de referencia como FTSE4Good por sus avances en digitalización sostenible.

Esta evolución global marca una nueva frontera en la competitividad: las empresas mejor posicionadas en sostenibilidad no solo atraen capital e inversores institucionales, sino que también refuerzan su resiliencia frente a riesgos regulatorios, reputacionales y climáticos.

MOTIVOS PARA EL CAMBIO

Hay factores claros que explican el desplazamiento de la mirada climática hacia una visión más global e integradora. La guerra en Ucrania actuó como catalizador de este cambio: el auge de las petroleras y gasistas en Bolsa frente al desplome de las renovables obligó a muchos fondos a revisar sus posiciones. Al mismo tiempo, el incremento del gasto mundial en Defensa llevó a varios gestores a suavizar sus filtros de exclusión para no perderse el rally del sector. La rentabilidad se impuso y grandes gestoras de fondos estadounidenses subrayaron que la primera sostenibilidad es el beneficio, porque sin él las empresas no se sostienen. En este sentido, Blackrock redujo considerablemente su apoyo a iniciativas ASG, lo que le provocó algunos reembolsos, aunque compensados por un mayor volumen de nuevas suscripciones.

En este contexto de mayor escrutinio y bajo acusaciones de ‘greenwashing’, ha surgido el concepto de ‘greenhushing’, aplicado a compañías que optan por no comunicar sus avances sostenibles para evitar críticas. Lejos de restar importancia a la sostenibilidad, este escenario la hace más decisiva: la sostenibilidad se percibe ahora como un factor estructural de competitividad y acceso al capital.

Algunos analistas señalan que el futuro de la sostenibilidad no solo es climático; afronta retos en gobernanza —como la gestión de los consejos de administración o las injerencias estatales—, en el empleo —con el futuro de las plantillas en primer plano— y en el impacto social, a través de acciones, fundaciones o colaboración público-privada. Todo ello sin perder de vista la rentabilidad.


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